Por aquellos tiempos Szinva Terász todavía no era así. Era unos feos aparcamientos. Ahora está el tío, la manzana invertida y también la estatua de "Las chicas de Miskolc". |
En el Impresszo de Miskolc o en el Shannon Pub después de la cena solía agobiarme mucho cuando las francesas sacaban sus monederos y contaban exactamente si habían bebido dos cocacolas o si una de ellas había bebido tres, o yo había bebido vino o cerveza... cada una pagaba exactamente lo que había consumido.
Un español, quizá por saber menos matemáticas, o quizá por ser más generoso que las francesas, dividiría entre cuatro el precio total de la cuenta, sin importar si una o varias personas hubiesen tomado postre o dos cocacolas o sopa o lo que fuera. Era intolerable. Una de ellas era incluso mi novia.
Me ponía nerviosísimo verlas contar sus moneditas. Interminable. El camarero ante nuestra mesa a la espera del resultado. Me avergonzaba.
No hay comentarios:
Publicar un comentario